1. CALIDAD DE TIEMPO: KRONOS Y KAIROS
En la vida existen varias modalidades de tiempo. En griego, el tiempo que se mide con el reloj, se anota en la agenda y presume la puntualidad, se llama kronos. Otra modalidad, el tiempo libre, los ratos de ocio o descanso, el sábado religioso, las vacaciones, el stand by, se llama kairos. En la liturgia, se siente una tensión entre dos modalidades de tiempo: llega la hora o suena la campana (kronos), un determinado día (kronos) a tal hora (kronos), y celebramos la Eucaristía (kairos) o vísperas (kairos) de una fiesta (Corpus Christi o San José kairos o un aniversario de…). La oración de la mañana, la hora intermedia, vísperas y completas son momentos de kairos que sirven para santificar el kronos de una manera secular o comercial.
Los cantos religiosos evocan la calidad de tiempo: “Ven, Espíritu Santo” evoca el Pentecostés, un villancico evoca la Navidad, el Aleluya evoca la Pascua. Al venir a la mente algún himno que no se oye en la calle, trae consigo un aspecto religioso. Las palabras “Bendito, bendito, bendito sea Dios; los ángeles cantan y alaban a Dios” o Tantum ergo nos trasladan a la devoción al Santísimo Sacramento. El oír la melodía o la letra de un canto nos transporta a un espacio sagrado o nos recuerda el tiempo sacro.
El canto litúrgico celebra las temporadas del alma, como las canciones populares nos recuerdan un sentimiento o un anhelo en el corazón. Cuando el creyente alaba—pero de veras alaba, se le olvida el reloj y la agenda, y se entrega a una calidad de tiempo menos productivo, menos útil, menos secular, pero a la vez a un kairos más creativo, “recreativo” y sagrado. El alma que brota en la alabanza se arroja del kronos hacia el kairos. Cuando aquel que preside la asamblea comienza con la frase “En el nombre del Padre…” o “Dios mío, ven en mi auxilio”, invita a la asamblea a volcarse al kairos sin medida, sin urgencias y preocupaciones que presionen el calculado y medido kronos. ¿Existe una diferencia en iniciar la liturgia con la persignación o iniciar la liturgia con un robusto “Buenos días”; hay una diferencia entre la despedida “Tenga un buen día” y “Pueden ir en paz”?
Por supuesto, Dios vive y actúa en el kairos. Nos damos cuenta del hecho al ver que nuestras urgencias no son las mismas que tiene Dios. La crisis familiar, la enfermedad de un hermano, un accidente, un contratiempo o un retraso en el camino, la convalecencia, no se puede programar. En la historia del amor de Dios para la humanidad, la creación, la salvación en el éxodo, los cuarenta años para entrar en la tierra prometida, los largos años, a veces oscuros, de esperar al Mesías, comprueban que Dios tiene su tiempo-kairos, distinto del concepto del tiempo-kronos que se impone en nuestras agendas. A veces nos asombra el hecho que Dios no tiene prisa, que no tiene reloj. Su agenda es distinta de la nuestra.
“¿Qué hora es? ¿Tienes la hora exacta?”, una pregunta acerca de la porción de tiempo. “¿Qué día es hoy?”, un término definido… “¿Me regalas una hora para ayudarme?” … “Hay que ser puntuales para la cita” … “Vamos por la autopista, para ahorrar tiempo” … “Es tiempo perdido hablar con fulana de tal” … “No tenemos tiempo para hacer todo lo que nos piden” … “Intentamos recuperar el tiempo perdido” … “Andamos escasos de tiempo” … “Ponemos nuestros ahorros en el banco a plazo fijo” … “¿Cuándo es la próxima cita con el odontólogo?” … “¿A qué hora sales de la oficina?” … “Te esperé más de una hora” … “No tengo tiempo para la oración.”
El tiempo que se mide y se calcula es el kronos. Tienes una cita en tal día a tal hora. Todo esto es un juego de kronos. Nos conviene ahorrar kronos, calcular el kronos, repartir y regular el kronos entre varias actividades, hacer un horario, respetar citas, proyectar el futuro. Por necesidad, estamos encerrados en el tiempo, limitados, presionados, programados… por el kronos que se llena con el activismo y la rutina.
Pero existe otra modalidad: un receso, el día libre, un retiro, las vacaciones. Este tiempo no se calcula, no se regula por el reloj; no se hace una obsesión. Más bien, es el receso que uno pasa consigo mismo, con la familia o con un amigo. Es el ocio santo, la convalecencia después de una enfermedad. Kairos condimenta y da sabor al kronos. Una comida o una cena tranquila, en familia (comunidad) o entre amigos, que no tiene restricciones ni prisas para terminar, se llama kairos, el tiempo abierto, libre, eterno; fomenta la vida, promueve la salud y la amistad y las relaciones más hondas. En contraste, el kronos se llena de negocios y obligaciones, y hace subir la presión, el colesterol, y acelera el ritmo cardíaco. Kairos es lo que disfrutamos en la oración y en la liturgia. Se inicia la oración de la mañana, la de la tarde o la Eucaristía, y el orante se lanza desde el kronos hacia el kairos. Los meses miden las temporadas, el kronos de agosto, septiembre, octubre, noviembre… y de repente se encuentra con el kairos del Adviento, el kairos de Semana Santa y la Pascua, o el kairos de Pentecostés o el día de las Madres o el cumpleaños. Es verdad que anotamos los aniversarios en la agenda (el 16 de septiembre, el 25 de diciembre, el 14 de febrero, el 10 de mayo…), tal vez para no dejarnos llevar demasiado por el kronos, para que no se nos pase por alto los acontecimientos claves del kairos. Fechas de aniversario (kronos) aseguran que festejemos los momentos más oportunos (kairos) en la vida. ¿Hablaste a tu mamá/hermana por teléfono por su cumpleaños? Todo esto es una actividad en el kronos, es una aventura en el kairos.