Ludwig Münz, SAC.

Preguntémonos por el espíritu que debe animar a las comunidades fundadas por San Vicente Pallotti. Somos conscientes de que una espiritualidad palotina no puede ser algo totalmente diferente al de otras espiritualidades cristianas. Sus diferentes elementos son universalmente cristianos y como tales se encuentran también en otras espiritualidades cristianas. Forman, con todo, en su específica combinación y acentuación una espiritualidad típicamente cristiana.

Se debe distinguir la espiritualidad de una comunidad y su legislación. La ley es, por así decir, los andamios externos que custodian el espíritu. El espíritu de una comunidad encuentra también una cierta expresión en la ley. Pero la ley permanece muerta y estéril si no es impregnada por el espíritu.

Intentamos describir los rasgos esenciales de nuestra espiritualidad palotina.

 

 

1. NUESTRA IMAGEN PALOTINA DE CRISTO

1.1. Caracteriza la espiritualidad de una comunidad su preponderante imagen de Cristo.

Los benedictinos, por ejemplo, ven a Cristo sobre todo como el ‘Rex alterna gloriae’ (rey de la eterna gloria), al cual, a través de su vida monástica, en cuyo centro está la vida litúrgica, le prestan debida honra y adoración.

San Francisco de Asís estaba fascinado por Cristo pobre y humillado, el que había venido a compartir la vida de los pobres y les anunciaba la buena nueva del reino de Dios. Él y sus hermanos querían imitar por eso la vida de pobreza y de predicación.

Para Ignacio de Loyola, Cristo era el rey que conquista el mundo entero para el reino de su Padre. Por eso él quería unir a su alrededor una compañía de fieles soldados, todos empeñados en destacarse en el servicio de su rey.

1.2. La especial imagen de Cristo de San Vicente Pallotti es: El Apóstol del Padre Eterno (Hb 3,1).

“Nuestro Señor Jesucristo es el apóstol del Padre eterno, porque enviado por él a reparar la gloria de su majestad ultrajada y para redimir al género humano, convertido en masa de perdición por el pecado de Adán” (OO CC III, 139).

En cuanto esta imagen de Cristo determina todo el pensamiento de San Vicente Pallotti, aparece claramente en su apelo al pueblo de Roma, en el cual expone la idea del Apostolado Católico. Él escribe: “¿Qué podría ser más agradable a Dios que el fin que esta Pía Asociación se propone, esto es, trabajar, contribuir, rezar por la conversión de las almas? Pues Dios creó al hombre en el tiempo para hacerlo feliz en la eternidad. Es su deseo ardiente que todos los hombres se salven, que todos sean iluminados por la luz de la verdad divina”. “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” 1 Tim 2,3) (OOCC III, 124-125).

 

 

Cristo apóstol del padre

“Por eso dice el Señor del mundo: ‘yo conozco a mi Padre y por eso ofrezco mi vida por la salvación de mis ovejas’ (Jn 10,15). Como observa Santo Tomás, es como si dijera: “yo conozco el modo de ser, el temperamento, el gusto de mi Padre. Yo conozco su ardiente deseo, su interés y su empeño por la salvación de los hombres y para realizar deseos y designios tan misericordiosos y santos, yo camino voluntariamente hacia la muerte”.

“En otra parte el Salvador llama a la conversión de las almas la obra por excelencia de Dios, el verdadero deseo de su voluntad: “Mi alimento es hacer la voluntad de Aquél que me envió’. Y agrega que por su prontitud y generosidad en realizar la voluntad del Padre (la salvación de las almas) el Padre lo ama mucho más, no sólo por ser su Hijo, sino también nuestro Redentor: ‘Por eso el Padre me ama, porque yo doy mi vida por mis ovejas’.” (Jn 10, 17) (OOCC IV, 126-127).


1.3. Este texto y sobre todo la interpretación de los pasos escriturísticos, muestra claramente como Pallotti veía a Cristo sobre una constante exigencia, permanentemente exigido por la misión que el Padre le confió al enviarlo al mundo. Él vivía dedicado en la realización de esta tarea. Ser enviado y empeñarse por la realización de la misión confiada por el Padre, es una característica esencial de la personalidad de Jesús.

 

 

2. ESPÍRITU APOSTÓLICO

La imagen predominante de Cristo en Pallotti es el “Apóstol del Eterno Padre”, esta marca la espiritualidad de las comunidades fundadas por él. Una espiritualidad surgida de esta imagen de Cristo, será esencialmente apostólica.

Antes que el Concilio Vaticano II enseñara que la Iglesia por su esencia es misionera (LG 2) y que la vocación cristiana incluye naturalmente también la vocación al apostolado (AA 2), Vicente Pallotti estaba profundamente convencido de que cada cristiano está llamado a ser apóstol y a colaborar en el apostolado de la Iglesia como continuación de la obra de Cristo. La vocación del hombre para ser perfecto como nuestro Padre celeste es perfecto, su obligación de como cristiano imitar a nuestro Señor Jesucristo y el mandamiento de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos; todos estos elementos son principios desde los cuales se deduce la obligación de todos los cristianos a colaborar en el apostolado de la Iglesia. Puesto que ‘ser enviado’ es una característica esencial de la personalidad de Cristo, todo aquel que se acerca a él, es insertado en la misión del Salvador del mundo.

Una espiritualidad palotina es por eso esencialmente apostólica. Ella no está ‘apenas interesada’ en la salvación de la propia alma, -lo que podría ser también una especie de egoísmo espiritual-, ella está, por el contrario siempre abierta y ordenada a la mayor gloria de Dios, preocupada por la salvación de los hombres y por eso empeñada en promover la obra de redención de Cristo: promover la fe y la caridad y realizar la salvación de los hombres. Una espiritualidad palotina es dinámica y mira para adelante. No se detiene en sí misma, siempre reclama compromiso y actividad.

Otra característica de nuestra espiritualidad apostólica es su universalidad. Ella es, como hace un momento fue dicho, universal, en la medida que se identifica con la espiritualidad verdaderamente cristiana. Más aún, ella es también universal, en cuanto penetra toda la vida y todo el actuar de un cristiano. Quiero decir con esto que no sólo ciertas actividades de un cristiano son apostolado, más todo lo que un cristiano hace debe tener un carácter apostólico. “El apostolado católico, esto es: el apostolado universal, como es común a todas las clases de personas, consiste en que cada uno realice lo que puede y debe, para la mayor gloria de Dios y para la salvación de su alma y del alma de su prójimo”.

 

 

3. EL AMOR COMO MOTIVO FUNDAMENTAL

3.1. Según San Vicente Pallotti, el motivo último que mueve a Dios en la creación y en la redención, es su infinito amor por el hombre. La mayor expresión de este amor es haber enviado a su Hijo al mundo para que fuera nuestro Salvador.

También Jesucristo movido por el amor se volvió nuestro redentor. En todo lo que Él hacía durante su vida terrena, era movido por su amor al Padre y por su amor redentor a los hombres. Él vino a encender el fuego del amor de Dios en los corazones de los hombres.

Pallotti escribe: “El Redentor del género humano dice claramente que vino a esparcir el fuego del amor en el mundo entero y que no desea otra cosa sino que él arda en todas partes. Para tal fin, Él trabajó y se esforzó, para que todos los corazones, delante del amor infinito con que vino a redimirnos, se sintieran inflamados del fuego del amor. Y se hizo obediente hasta la muerte en la cruz. Deseó ardientemente y con impaciencia derramar su sangre. Expresó esto con las palabras ‘yo vine a traer fuego a la tierra y no deseo sino que él queme’, y agregó: ‘con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!’ (Lc 12,50).

 

 

3.2. En una espiritualidad palotina el amor es el motivo fundamental. En el prefacio de la Regla dice Pallotti: “La Sociedad está fundada en el amor. Ella tiene como fin promover en todos los fieles las obras de caridad y de misericordia, para la mayor gloria de Dios y de la Inmaculada Madre de Dios y para la mayor santificación de los hombres. Ella debe estar siempre motivada por el espíritu de perfecta caridad”.

En el documento sobre ‘los fundamentos de nuestro apostolado’ está escrito: “Pallotti, que comprendía el apostolado como efecto del amor de Dios, fundamentó en el amor el carácter apostólico de todo el pueblo de Dios y presenta tres argumentos principales: el hombre fue creado como imagen de Dios, que es amor; el apostolado es imitación del amor de Cristo a los hombres; el mandamiento universal de amor al prójimo.

El lema predilecto de Pallotti era la palabra de San Pablo: “Charitas Chisti urget nos” (2Cor 5,14). Pero para Pallotti “Charitas Christi” no significa simplemente nuestro amor a Cristo, sino mucho más, el amor de Cristo por nosotros. Por eso el amor redentor, que movía a Cristo en todo su actuar, debe animarnos a continuar su obra de salvación. Nuestro amor a Cristo que responde a aquél que él tiene por nosotros, manifestado cuando se hizo nuestro redentor, incluye también el amor al prójimo y la preocupación por su eterna salvación. Un amor así es verdaderamente apostólico.

Puesto que el amor es el motivo fundamental del apostolado palotino, escribe Pallotti: “El amor, como el apóstol lo describe (1 Cor 13), es parte esencial y constitutiva de nuestra Pía Sociedad. Si viniera a faltar el amor, no existiría más el apostolado católico en ella. ¡Hay de quien hiere al amor en la Sociedad, pues se vuelve cómplice de su destrucción”.

3.3. Cuando Pallotti habla del sentido del amor en la Sociedad del Apostolado Católico, dice que debe ser un amor emulante, desinteresado o servidor. El amor debe ser ejercitado como fue descrito por San Pablo en la carta a los Corintios, en el capítulo 13.

3.3.1. Cuando Pallotti presentó por primera vez la idea del ‘Apostolado Católico’, como también en muchas otras exposiciones realizadas, sobre su naturaleza, decía que sus fundadores tenían la intención de “unirse por el vínculo de la caridad cristiana, a fin de multiplicar los medios espirituales y materiales para la difusión de la fe”. Encomendaba el ‘Apostolado Católico’ al celo cristiano y al amor apostólico de todos los fieles.

Pallotti quería así, inflamar a todos los católicos de amor y de celo por la salvación de las almas para llevarlos a formar una sagrada competición, en la cual cada uno daría lo máximo de sí.

Del que adhiriera al ‘Apostolado Católico’ Pallotti esperaba que se consagrase a Dios en las obras del apostolado. Esta consagración no debía, como siempre él insistía, obligar bajo pecado, sino que debía ser, antes, una declaración de que alguien estaba dispuesto a aceptar el desafío del amor de Dios por nosotros y responder al mismo empeñándose en hacer lo posible por amar a Dios y al prójimo.

Pallotti no quiso votos para la comunidad de los padres y hermanos y escogió para ella el más frágil de los vínculos jurídicos, un simple contrato entre el miembro y la Sociedad, razón por la cual debe estar siempre vivo en ella el espíritu de amor magnánimo, pues de lo contrario no estará en condiciones de cumplir su tarea como parte central y motriz en toda la Sociedad.

3.3.2. Un celo mal entendido conduce fácilmente a la ambición y al espíritu de dominio. Para evitar este peligro, Pallotti insiste en que el amor que nos mueve, debe ser desinteresado y servidor. En el prefacio a la Regla, Pallotti habla del espíritu que debe animar a todos los que quieren cooperar en las obras del Apostolado Católico: “La caridad debe ser humilde. Por eso el espíritu de dominio debe ser visto como una peste en la Sociedad. Quien muestre estar poseído o animado del espíritu de dominio, debe ser excluido de las obras y de los puestos directivos. Cuando un rector o cualquier otro que estuviese ocupando un puesto de mando en la Sociedad y estuviera animado del espíritu de dominio, en lugar de estar construyendo la obra de Dios, él estaría destruyéndola.”

“Para que la caridad no falte en los súbditos, todos deben estar plenamente poseídos de espíritu de respeto, de sumisión y obediencia. Deben recordarse que nuestro Señor Jesucristo, aquél que es esencialmente independiente, se hizo dependiente de un trabajador, San José y de una mujer simple, la bienaventurada Virgen María, para la gloria de Dios y para la salvación de las almas.”

La caridad no busca su propia honra. Para que la verdadera caridad no falte en la Sociedad, nadie puede exigir una condecoración, un privilegio o una posición de honra, por algo que haya realizado a favor de la Sociedad.

Para que la caridad, que no busca su propia ventaja, sino solamente la promoción de la obra de Cristo, no venga a faltar en la Sociedad, nadie tiene derecho de exigir una indemnización por lo que realizó, sirviendo a la Sociedad, esto es también para que en el momento de la muerte no tenga la terrible infelicidad de oír de la boca del juez divino las terribles palabras: “Tú ya recibiste tu recompensa” (Lc 16,25. Mt 6,3).

Estos textos no precisan mayores explicaciones. Hablan por sí mismos. Así como la obra de nuestra redención es expresión del amor perfecto de Dios para con nosotros, así también nuestra colaboración en esta obra debe ser impulsada por la más pura y perfecta caridad divina.


3.4. El amor que es el motivo último de nuestro compromiso en el apostolado, es, en cierto sentido, también el fin de todo nuestro empeño apostólico. Pues la finalidad del Apostolado Católico consiste en esto: llevar a todos los católicos a cooperar en el apostolado, despertar en ellos el espíritu apostólico y unir los emprendimientos apostólicos. La idea del Apostolado Católico puede ser expresada por la frase que Pallotti muchas veces acostumbra a utilizar: “reavivar la fe y reencender la caridad”.


 

 

Misericordia medellín

4. APOSTOLADO E IMITACIÓN DE CRISTO

Una característica típica de la espiritualidad palotina es la especial relación existente entre el apostolado y la imitación de Cristo. Discurre del concepto que Pallotti tiene del apostolado.

Sobre el concepto de apostolado de Pallotti, así se expresa el documento sobre ‘Los fundamentos de nuestro apostolado’: “El concepto de apóstol y apostolado se aclara por la misión y la vida del Hijo”. Apóstol es aquél que es enviado. Nuestro Señor Jesucristo es el apóstol del Padre Eterno, porque fue enviado por Él para realizar su designio de salvación. El apostolado de Jesucristo y su obediencia al precepto del Padre celeste, esto es, la propia obra de redención. Ya que toda la vida de Cristo estuvo en función de la redención, se sigue que la vida de Cristo puede ser vista como su apostolado. Apostolado es toda actividad hecha según la voluntad de Dios y ordenada a su gloria, para la salvación de los hombres y del mundo.”

El concepto de apostolado de Pallotti no es apenas funcional y no se limita a una determinada clase de actividades, sino que es amplio y abarca toda la vida del hombre que se consagra a la obra de la salvación divina.

 

 

Existe, por tanto, una dependencia recíproca entre vida apostólica y vida de imitación de Cristo. “Dios ordenó que todos se preocuparan por la eterna salvación del prójimo. Ya que en el cumplimiento de este mandamiento se debe imitar a nuestro Señor Jesucristo, el apóstol del Padre eterno. La vida de Jesucristo, que es su apostolado, debe ser el modelo de apostolado de cada uno. Y ya que todos son llamados y obligados a imitar a Jesucristo, todos son llamados al apostolado.”

Por otro lado, la participación en el apostolado de Jesucristo es un nuevo argumento para seguirlo más de cerca. “Si todos los cristianos son obligados a imitar a nuestro Señor Jesucristo, cuanto más lo deben hacer aquellos que quieren cooperar en la continuación de su misión salvífica.

Por este motivo, Pallotti hizo de la vida de Cristo la regla fundamental de todas las comunidades por él fundadas. Nuestra especial tarea es la de llevar a un fecundo equilibrio la tensión normalmente existente entre las exigencias de la vida religiosa y espiritual y aquellas de nuestro apostolado.

Desde el punto de vista de nuestra espiritualidad palotina, podemos aceptar lo que el Vaticano II dice sobre la actualización de la vida religiosa: “A la naturaleza misma de la vida religiosa en estos institutos pertenece la acción apostólica y benéfica. Es el servicio sagrado y la obra de amor que les caracteriza, que les ha confiado la Iglesia y que deben realizar en su nombre. Por eso, toda la vida religiosa de sus miembros ha de estar empapada de espíritu apostólico y toda la actividad apostólica ha de estar animada por el espíritu religioso. Para que los miembros respondan ante todo a su vocación de seguir a Cristo y sirvan a Cristo mismo en sus miembros, su acción apostólica tiene que surgir de la íntima unión con Él.” PC 8.

 

 

5. ESPÍRITU DE COMUNIDAD

San Vicente Pallotti estaba profundamente convencido del aspecto social de la obra de salvación: “Quiso Dios santificar y salvar a los hombres, no individualmente y aislados, sin conexión entre sí, sino hacer un pueblo para que le conociera de verdad y le sirviera con una vida santa.” (LG 9). La propia idea del Apostolado Católico es una derivación de la responsabilidad social del hombre en el campo espiritual. Una espiritualidad palotina no puede ser individualista, sino que debe tener una carácter social y comunitario.

Pallotti resaltó, en diversas oportunidades, este aspecto comunitario. En su llamado al pueblo de Roma, en 1835, escribía: “La razón y la experiencia demuestran que ordinariamente el bien que se realiza aisladamente, es escaso, incierto y de poca duración y que los grandes esfuerzos de los individuos no logran nada grande, también en el plano moral y religioso, si no están reunidos y ordenados a un objetivo común” (OO CC IV, 122).

 

 

En su idea del Apostolado Católico, Pallotti se inspira en la imagen del cenáculo, como está escrito en los Hechos de los Apóstoles y en las visiones de María de Agreda. Los Hechos de los Apóstoles describen a la Iglesia naciente, junto con María, la Madre de Jesús. Ella estaba unida en la oración esperando al Espíritu Santo. María de Agreda vio en sus visiones cómo los Apóstoles, después de la oración al Espíritu Santo, se dividieron entre sí el mundo y cada uno recibió su campo de apostolado. Por último, Pallotti coloca en la Regla, para las comunidades del Apostolado Católico, la Sagrada Familia de Nazaret, como modelo de convivencia y de virtudes de vida comunitaria.

El verdadero espíritu de comunidad es, por tanto, esencial para nuestra forma de vida palotina. Debe ser tal, que nos torne capaces de:

  • Vivir como hermanos en una comunidad religiosa. Esto significa que en nuestras comunidades y también en las relaciones entre sus miembros, debe dominar una atmósfera de familia y de fraternidad. Porque el fundamento último de nuestras comunidades no está en los lazos de sangre o en la simpatía, sino más bien en nuestra comunión con Cristo y en nuestra vocación común y consagración al Señor, este elemento espiritual debe ser siempre conservado en ellas. Somos comunidades de fe y de oración.
  • Trabajar como un equipo apostólico. Porque somos comunidades apostólicas, la vida de comunidad no es para nosotros un fin último. También nuestra vida de comunidad deber servir al apostolado, en cuanto conserva y cultiva el espíritu apostólico en los miembros de las comunidades y los vuelve aptos para un trabajo en común.
  • Trabajar junto con otros en el apostolado. Esta capacidad de trabajar con otros y de integrar sus diversas actividades apostólicas es un presupuesto esencial para conseguir el fin apostólico de la Sociedad. No podemos ser factores de desintegración y de división, sino de integración y de unificación.

6. FIDELIDAD A LA IGLESIA

Otra característica de nuestra espiritualidad palotina es una especial dedicación y fidelidad a la Iglesia y a su jerarquía.

6.1. Vicente Pallotti lucha en su tiempo por el derecho y por el deber de todo bautizado de participar en la misión apostólica de la Iglesia, liberando así el concepto de apostolado de su estrechez jerárquica. También los laicos tienen un derecho originario al apostolado.

Este ataque de Pallotti a las supuestas prerrogativas de la jerarquía, según la cual sería la única portadora de la misión salvífica de la Iglesia, no es fruto de una revolución democrática contra la jerarquía, sino de una más amplia comprensión de la Iglesia y de su misión. Aunque no admita que el apostolado de los laicos venga a suplantar el apostolado de la jerarquía, reconoce plenamente la función directiva y la especial responsabilidad de la jerarquía en el apostolado de la Iglesia.

Siempre que Pallotti habla de apostolado, acentúa al mismo tiempo la plena dependencia de la jerarquía y su tarea de servir a la Iglesia y a su misión. La Sociedad del Apostolado Católico debe ser un cuerpo auxiliar de la Iglesia.

6.2. Nuestra espiritualidad palotina exige por eso de nosotros un especial amor a la Iglesia, en cuya misión de continuar la obra de salvación de Cristo, nosotros participamos y el reconocimiento del derecho y del deber que la jerarquía tiene de coordinar y de dirigir todo el apostolado de la Iglesia. El Apostolado Católico jamás puede ser realizado contra la jerarquía, sino siempre en el espíritu de servicio y de colaboración con ella.

7. ESPÍRITU MARIANO

La espiritualidad palotina tiene, por último, un carácter marcadamente mariano.

7.1. Pallotti escribe: “La Sociedad lucha bajo el poderoso patrocinio de la Inmaculada Madre de Dios, la Reina de los Apóstoles, por dos motivos sagrados. El primero: para obtener a través de los merecimientos y por la intercesión de la gran Madre de Dios Inmaculada, todas las gracias y todos los dones, por los cuales la Pía Sociedad puede existir en la Iglesia y propagarse rápidamente en todas las partes del mundo. El segundo: es que todos… en María tengan, después de Jesucristo, el más perfecto modelo del verdadero celo apostólico y de la perfecta caridad, puesto que ella se empeñó tanto por las obras de la mayor gloria de Dios y de la salvación de las almas, que aunque no le hubiesen confiado el ministerio sacerdotal, superó en merecimientos a los apóstoles, de suerte que la Iglesia la saluda con razón como Reina de los Apóstoles, por haber cooperado más que los apóstoles en la propagación de la santa fe.” (OO CC I, 6-7).

El hecho de Pallotti haber colocado su fundación bajo la protección de María, Reina de los Apóstoles, fue para él más que un acto de devoción a María Santísima o una piadosa costumbre. Veía en esto algo muy importante para la idea del Apostolado Católico: María era para él el más luminoso ejemplo de un apóstol laico y la mejor justificación para la existencia del apostolado laico.

El espíritu mariano de nuestra comunidad exige, pues, de nosotros, no solamente un cultivo personal de la devoción a María, más, sobre todo que la imitemos en su manera de ejercer el apostolado: a través de una fe inquebrantable, de una vida perfecta de imitación a Jesucristo, de una prontitud en servir al Señor y a la Iglesia, de oración y de sacrificio.

Gracias a este apostolado mariano nuestra palabra tendrá mayor fuerza de convicción.

Intenté describir nuestra espiritualidad palotina, cosa nada fácil, puesto que la espiritualidad no es algo palpable. Espiritualidad es como el alma en el cuerpo. No puede ser vista y tocada, más percibimos sus efectos. Ella es el principio vital del cuerpo y sin ella el cuerpo está muerto. De modo semejante, una comunidad, privada de una espiritualidad viva, se vuelve luego una mera institución o una organización sin vida. La espiritualidad de una comunidad es su elemento carismático. Preserva a la comunidad de la petrificación y la vuelve más dócil a los impulsos del Espíritu Santo.

Traducción desde el portugués al español.

 

 

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