Para iniciar de una forma adecuada este importante trabajo, debemos partir primero de lo que es la espiritualidad. La espiritualidad desde el punto de vista del ser humano, puede verse como un modo particular de ser, de percibir las cosas, la realidad, entendido siempre en términos de una búsqueda de Dios.

En palabras de San Ignacio de Loyola: “Es la experiencia del cristiano, de aquel que mira el mundo, los acontecimientos, las personas, los encuentros con un corazón y los ojos apasionados de Dios”.

Tendría que ser entonces la espiritualidad, necesariamente, esa moción del espíritu que lleva a todos los hombres a volver cada una de sus experiencias y vivencias diarias en manifestaciones de Dios.

Por medio del bautismo, todos recibimos esa gracia que proviene de Dios, tornándonos en “templos del Espíritu Santo” (1 Cor 6, 19), de modo que reconocemos que no solamente somos materia, sino que nos mueve algo más, que hace parte de ese componente intangible, y que nos hace a la vez seres espirituales.

Ese espíritu que nos mueve, actúa de forma diferente en cada uno de nosotros, teniendo en cuenta nuestras diferencias, aquello que nos hace únicos e irrepetibles; sin dejar por ello de estar movidos por el mismo espíritu. Podría decirse que una sola es la espiritualidad que nos mueve en Cristo, pero son diversos los tipos de manifestaciones de dicha espiritualidad.

Es así como, encontramos en la historia de la Iglesia las diferentes mociones que el Espíritu Santo ha ido impartiendo en las personas, de modo que pueden llevar a cabo obras inspiradas por Dios y que se traducen en diversas formas de asociación, qué, movidas por el espíritu del fundador, pretenden acercarnos de una forma más específica a Dios.

La espiritualidad palotina, más que pretender marcar una diferencia respecto a otras espiritualidades, quiere marcar un camino sugerido, de forma que el hombre pueda llegar a la felicidad soñada por Dios a través de Pallotti; por lo que no es más que una espiritualidad cristiana que se presenta a través de la receptividad y disponibilidad de San Vicente Pallotti, además de ese donarse por amor a Dios y al prójimo.

San Vicente Pallotti tenía una misión confiada por Dios, la cual aceptó e hizo lo posible por corresponderla. La espiritualidad Palotina es, por tanto, un reflejo de esa espiritualidad personal de su fundador.

Ahora bien, ¿podríamos decir que el apostolado nace de la espiritualidad, o que al realizar apostolado nos sentimos movidos hacia la espiritualidad?. San Vicente Pallotti no se detuvo realmente a pensar en que debía ser primero, ya que para él tanto la espiritualidad como el apostolado son expresiones de una misma realidad.

El mismo diría en una ocasión: “En todas mis acciones entiendo que veo a Dios sólo… El amor de Dios me enciende.”

En una acepción generalizada, entendemos la espiritualidad como oración, y el apostolado como acción. Para San Vicente Pallotti, tanto la espiritualidad como el apostolado eran obra del amor.

El Amor Infinito y Misericordioso de Dios fue esa guía; el saberse profunda y definitivamente amado por Dios es lo que lo impulso a comunicar este amor a los otros. Y es esta entrega de Pallotti por el prójimo lo que dará como fruto la fundación de la Unión del Apostolado Católico.

En las siglas U.A.C., encontramos el significado que Pallotti quiso expresar con su obra. El primer factor es la Unidad, como medio para realizar un apostolado eficaz; el Apostolado, todos sus miembros unidos, llamados y enviados a ser apóstoles de Cristo, y por último Católico, que quiere decir universal.

Pallotti nos invita a tomar conciencia de el lugar que ocupamos en la Iglesia, de nuestra vocación. Al decir que el Apostolado es Católico, no quiso significar otra cosa más que ese derecho y a la vez deber que poseemos todos los fieles de proclamar el evangelio de Jesucristo.

Y es a imitación de Nuestro Señor Jesucristo que debemos realizar ese apostolado. Él es nuestro camino, nuestro ejemplo, y su vida, es esa regla práctica que debe guiar tanto nuestra vida interior como exterior.

Encontraba Pallotti que la vocación de todos los cristianos al apostolado estaba fundamentada en el mandamiento del amor, tal como Dios nos ha amado a cada uno de nosotros, nosotros debemos actuar siempre movidos por ese amor al prójimo.

Lo anterior tendría siempre una gran importancia para Pallotti, y es por esto por lo que la espiritualidad palotina no debe ser individualista, sino que por el contrario, debe tener un carácter social y comunitario. Como lo expresaría el mismo en su apelación al pueblo de Roma en 1835:

“La razón y la experiencia demuestran que, ordinariamente, el bien que es hecho aisladamente es escaso, incierto y de poca duración y que los más generosos esfuerzos de los individuos no consiguen nada de grande, también en el plano moral y religioso, sino cuando están unidos y ordenados a un objetivo común (OOCC, IV, 122)”.

Queriendo decir entonces, que el verdadero éxito de cualquier obra estará siempre fundado en Cristo y en el trabajo conjunto, teniendo en cuenta cada uno su estado de vida y sus deberes, recordando la jerarquía de la Iglesia como aquellos representantes de Dios en la tierra, y la importancia del apostolado de los laicos como parte activa de la Iglesia. Por esto siempre se encontrará en los escritos de Pallotti al hablar del apostolado, la importancia de la plena dependencia de la jerarquía de la Iglesia, y la tarea de todos los cristianos de servir a la Iglesia y su misión.

Es requisito entonces, de aquellos que quieren regirse bajo la espiritualidad palotina, tener ese amor especial por la Iglesia, con el fin de continuar la obra de salvación de Cristo, y el respeto por la jerarquía de esta, que tiene el derecho y a la vez el deber de coordinar y dirigir todo el apostolado de la Iglesia. Un verdadero apostolado católico, no será realizado jamás en contra de la jerarquía, sino más bien en espíritu de servicio y colaboración con ella.

Vemos entonces como para Pallotti, tal vez movido por las palabras del apóstol Santiago: “Porque así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta” (Santiago 2, 26); entiende que no podemos separar el apostolado de la espiritualidad, y es por esto que no se concibe la espiritualidad palotina sin el llamado apostólico.

Podríamos decir entonces que los aspectos fundamentales de la espiritualidad palotina son:

  • El apostolado.
  • La imitación de Cristo.
  • Espíritu de Comunidad.
  • Fidelidad a la Iglesia.
  • Espíritu Mariano.

Como vemos, la espiritualidad palotina es una espiritualidad actual, que nos mueve a mirar al otro con ojos de misericordia, y que nos mueve a buscar nuevas formas de seguir a Cristo por medio de nuestra entrega a la salvación del prójimo.

Es una espiritualidad que nos invita a vivir en plenitud el mandamiento del amor, a darnos realmente por el hermano y que es aplicable y se ajusta a cualquier llamado o estilo de vida, ya que no exige una entrega específica, sino por el contrario esa unión con los demás, entendiendo que ayudando a los demás a llegar a la salvación, puedo llegar a mi propia salvación.

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